Sor Juana Inés de la Cruz
Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, más conocida como Sor Juana
Inés de la Cruz hija de Pedro Manuel de Asbaje y Vargas-Machuca e Isabel Ramírez de Santillana, nació en San Miguel Nepantla, México el 12 de noviembre de 1651, en 1952; el descubrimiento de un acta de bautismo que
supuestamente pertenecería a Sor Juana, retrasó la fecha de nacimiento de la
poetisa a 1648.Murió el 17 de abril de 1695. Fue una religiosa de la Orden de San Jerónimo y escritora novohispana, exponente del Siglo de Oro de la literatura en español. Cultivó la lírica, el auto sacramental y el teatro, así como la prosa. Por la importancia de su obra, recibió los sobrenombres de
«el Fénix de América», «la Décima Musa» o «la Décima Musa mexicana». La mayor figura de las letras hispanoamericanas del siglo XVII. Su
espíritu inquieto y su afán de saber la llevaron a enfrentarse con los
convencionalismos de su tiempo, que no veía con buenos ojos que una mujer
manifestara curiosidad intelectual e independencia de pensamiento. Niña
prodigio, aprendió a leer y escribir a los tres años, y a los ocho escribió su
primera loa. En 1659 se trasladó con su familia a la capital mexicana. Aprendió todo cuanto era conocido en su época, es decir, leyó
a los clásicos griegos y romanos, y la teología del momento. Su afán por saber
era tal que intentó convencer a su madre de que la enviase a la Universidad disfrazada de hombre, puesto que las mujeres no podían acceder a ésta. Se dice que al estudiar una lección,
cortaba un pedazo de su propio cabello si no la había aprendido correctamente,
pues no le parecía bien que la cabeza estuviese cubierta de hermosuras si
carecía de ideas. A los ocho
años, entre 1657 y 1659, ganó un libro por una loa compuesta en honor al Santísimo Sacramento, según
cuenta su biógrafo y amigo Diego
Calleja, Juana Inés radicó en la ciudad de
México desde los ocho años, aunque se tienen noticias más veraces de que no se
asentó allí sino hasta los trece o quince. Admirada
por su talento y precocidad, a los catorce fue dama de honor de Leonor Carreto,
esposa del virrey Antonio Sebastián de Toledo. Apadrinada por los marqueses de
Mancera, brilló en la corte virreinal de Nueva España por su erudición, su viva
inteligencia y su habilidad versificadora.
Sor Juana Inés de la Cruz (imag.1)
A finales de 1666 llamó la atención del padre Núñez de Miranda,
confesor de los virreyes, quien, al saber que la jovencita no deseaba casarse,
le propuso entrar en una orden religiosa. Pese a la fama de que
gozaba, en 1667 ingresó al convento de las carmelitas descalzas de México y
permaneció en él cuatro meses, las
reglas que regían el convento eran de
una rigidez extrema que lo cual la llevó a abandonarlo por problemas de salud, ingresó en la Orden de San Jerónimo, donde la disciplina era algo más relajada, y
tenía una celda de dos pisos y sirvientas. Allí permaneció el resto de su vida,
pues los estatutos de la orden le permitían estudiar, escribir, celebrar
tertulias y recibir visitas, como las de Leonor de Carreto, que nunca dejó su
amistad con la poetisa
Su celda se convirtió en punto de reunión de poetas e intelectuales,
como Carlos de Sigüenza y Góngora, pariente y admirador del poeta cordobés Luis
de Góngora (cuya obra introdujo en el virreinato), y también del nuevo virrey,
Tomás Antonio de la Cerda, marqués de la Laguna, y de su esposa, Luisa Manrique
de Lara, condesa de Paredes, con quien le unió una profunda amistad. En su
celda también llevó a cabo experimentos científicos, reunió una nutrida
biblioteca, compuso obras musicales y escribió una extensa obra que abarcó
diferentes géneros, desde la poesía y el teatro (en los que se aprecia,
respectivamente, la influencia de Luis de Góngora y Calderón de la Barca), hasta opúsculos filosóficos y estudios musicales.
Sus escritos fueron en su mayoría por encargo,
según sus propias palabras, dentro del periodo conocido como Siglo de Oro, que
se extiende en su caso desde el año 1680 hasta el 1688. En este caso se destaca
su primera obra "El Sueño",
que fue conocido como "primer Sueño", que escribió por gusto personal
y no a pedido. Cuenta de 975 versos en forma de silva. Se trata de una alegoría
sobre el vuelo del pensamiento y su caída.
Entre los escritos en prosa que se han conservado cabe señalar la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz. El obispo de Puebla, Manuel Fernández de la Cruz, había publicado en 1690 una obra de Sor Juana Inés, la Carta athenagórica, en la que la religiosa hacía una dura crítica al «sermón del Mandato» del jesuita portugués Antonio Vieira sobre las «finezas de Cristo». Pero el obispo había añadido a la obra una «Carta de Sor Filotea de la Cruz», es decir, un texto escrito por él mismo bajo ese pseudónimo en el que, aun reconociendo el talento de Sor Juana Inés, le recomendaba que se dedicara a la vida monástica, más acorde con su condición de monja y mujer, antes que a la reflexión teológica, ejercicio reservado a los hombres.
Entre los escritos en prosa que se han conservado cabe señalar la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz. El obispo de Puebla, Manuel Fernández de la Cruz, había publicado en 1690 una obra de Sor Juana Inés, la Carta athenagórica, en la que la religiosa hacía una dura crítica al «sermón del Mandato» del jesuita portugués Antonio Vieira sobre las «finezas de Cristo». Pero el obispo había añadido a la obra una «Carta de Sor Filotea de la Cruz», es decir, un texto escrito por él mismo bajo ese pseudónimo en el que, aun reconociendo el talento de Sor Juana Inés, le recomendaba que se dedicara a la vida monástica, más acorde con su condición de monja y mujer, antes que a la reflexión teológica, ejercicio reservado a los hombres.
En la Respuesta a Sor Filotea de la Cruz (es
decir, al obispo de Puebla), Sor Juana Inés de la Cruz da cuenta de su vida y
reivindica el derecho de las mujeres al aprendizaje, pues el conocimiento «no
sólo les es lícito, sino muy provechoso». La Respuesta es
además una bella muestra de su prosa y contiene abundantes datos biográficos, a
través de los cuales podemos concretar muchos rasgos psicológicos de la ilustre
religiosa. Pero, a pesar de la contundencia de su réplica, la crítica del
obispo de Puebla la afectó profundamente; tanto que, poco después, Sor Juana
Inés de la Cruz vendió su biblioteca y todo cuanto poseía, destinó lo obtenido
a beneficencia y se consagró por completo a la vida religiosa.
Firma autógrafa de Sor Juana (imag.2)
Para 1692 y 1693 comienza el último período de la vida de Sor Juana. Sus
amigos y protectores han muerto: el conde de Paredes, Juan de Guevara y diez
monjas del Convento de San Jerónimo. Las fechas coinciden con una agitación de
la Nueva España; se producen rebeliones en el norte del virreinato, la
muchedumbre asalta el Real Palacio y las epidemias se ceban con la población
novohispana.
Murió mientras ayudaba a sus compañeras enfermas durante la epidemia de
cólera que asoló México en el año 1695. La poesía del Barroco alcanzó con ella
su momento culminante, y al mismo tiempo introdujo elementos analíticos y
reflexivos que anticipaban a los poetas de la Ilustración del siglo XVIII. Sus
obras completas se publicaron en España en tres volúmenes: Inundacióncastálidas de la única poetisa, musa décima, Sor Juana
Inés de la Cruz (1689),Segundo volumen de las obras de
Sor Juana Inés de la Cruz (1692) y Fama y obras póstumas del Fénix de México (1700),
con una biografía del jesuita P. Calleja.
Obras
y poemas más relevantes
Poemas
Soneto
·
A su
retrato
Dramática
· La gran comedia de
La segunda Celestina, en colaboración con Agustín de Salazar y Torres.
· Amor es más laberinto, en colaboración
con Juan de Guevara.
Autos sacramentales
· El divino Narciso
· El cetro de José
· El mártir del
sacramento
Otras obras
· Loa al Santísimo
Sacramento
· Neptuno alegórico
· El divino Narciso
· Inundación
Castálida
· Carta Atenagórica
· Soledades
· Misa de Gloria en
GM (perdida).
· Tocotín (breve fuga
para órgano).
· "El
Caracol" (extenso tratado sobre la música - perdido).
EL
BARROCO
El
Siglo de Oro fue una época de auge cultural y en el que se dieron varias
corrientes. Una de las más importantes fue la del Barroco que abarcó todas las
manifestaciones artísticas desde los inicios del 1600, extendiéndose a lo largo
de aproximadamente 150 años (1750).
El
barroco es un movimiento artístico y cultural dominante en el siglo XVII
caracterizado por una evolución de las ideas y aspectos temáticos y formales
del Renacimiento.
Al
principio el término Barroco no se utilizó más que para las artes plásticas, es
en los años 1920 cuando se empieza a hablar de Barroco literario, aunque su
período de influencia se ubica entre los siglos XVI y XVII dando la idea de que
el movimiento afectó no sólo a la forma y a la plástica, sino también a las
formas literarias. Aún más importante, asumir la existencia de un barroco
literario supone asumir el barroco como un movimiento de tipo ideológico, no
sólo formal y ver su profunda relación con la Contrarreforma. Sin embargo, esto
llevó a algunos mucho más allá, negando su relación con el Renacimiento y
presentándolo como un movimiento enfrentado, lo que tampoco es cierto.
Este
período de revolución artística se manifestó en los campos de la escultura,
arquitectura, literatura, arte y música en la mayoría de los países europeos y
americanos; no olvidemos que en aquella época América se encontraba
recientemente colonizada por los españoles, portugueses e ingleses.
En
América el barroco fue introducido en las colonias españolas, portuguesas y
francesas, tomando matices propios de las culturas americanas, lo cual se
expresó en la ornamentación que tomó rasgos indígenas. Estas expresiones se
dieron no sólo en arquitectura, escultura y pintura, sino también en las artes
menores como la cerámica y la orfebrería, tomando fama las obras realizadas en
la nueva España en platería.
Los
motivos del surgimiento de esta nueva manifestación se dieron por varios
factores, especialmente relacionados con el mayor exponente de la iglesia
católica: el Vaticano. Éste se encontraba bajo duras críticas por parte de diversos sectores que
cuestionaban sus actos de corrupción, la reforma protestante estaba haciéndose
sentir, cuestionando a la iglesia católica con la existencia de la virginidad
de María y la autoridad del Papa, factores que debilitaban profundamente el
poder del clero.
Por
otro lado, España, Portugal e Inglaterra se encontraban echando raíces en los
nuevos países americanos, ganando tierras y extendiéndose hacia el nuevo mundo;
dejando a Italia bajo las sombras de la corrupción y el olvido.
Esto
generó en el Vaticano una gran reivindicación de la cual surgieron nuevas
pautas a la hora de realizar una obra artística, con motivo de generar una
suerte de marketing a la iglesia, recordando directa o indirectamente, cuáles
eran las bases de la casa de Dios, mediante un control ideológico manifestado
por el arte.
Fue
así como surgió el refuerzo de la imagen de María y el misterio de la Trinidad
como protagonistas de numerosas obras artísticas. Las temáticas de los lienzos
ya no fueron sobre alegorías sobre las antiguas mitologías, la ostentación de
los santos y paisajes celestiales inalcanzables. Los santos ahora vestían
harapos andrajosos, los mártires mostraban expresiones de dolor bajo un acertado
dramatismo que emocionaban al espectador, y la imagen de la Sagrada Familia, y
en especial, la de María, eran delicadamente glorificadas.
Paralelamente,
también nace el arte temático de naturalezas muertas, como bodegones, paisajes,
e incluso costumbristas (con solo ver la imagen de Vieja friendo huevos, de
Velázquez podremos darnos una idea de lo que esto significaba).Una nueva pauta
que se diferenció del renacimiento, fue que ya los rostros de los bellos
modelos desaparecieron, dando lugar a expresiones naturales, resultándonos hoy
en día hasta un poco chocantes.
CARACTERÍSTICAS
ARTÍSTICAS
El
aspecto artístico reflejó fielmente las características sociales de la época.
Algunos aspectos detallados de las características en el arte, fueron:
• Abundancia (en cierto término exagerada) de elementos
decorativos
• Explotación y agudización de los contrastes
• Imitación de la naturaleza
• Propensión a lo trascendental, a lo solemne y a lo
magnífico
Estas
características fueron comunes a casi todas las naciones, pero a pesar de ello,
cada una de ellas desarrolló su aspecto artístico dependiendo de su estructura
social y su organización política y religiosa, instituciones que ejercieron
gran influencia en el desarrollo del arte.
CARACTERÍSTICAS
MUSICALES
• El nacimiento del género operístico
• La improvisación
• Las primeras formas instrumentales (instrumentos de
cuerda; Viola, Violín, Violonchelo, a los cuales se fueron agregando otros de
percusión y viento)
CARACTERÍSTICAS DE LA
ARQUITECTURA
En
el barroco sobresalen la arquitectura barroca, donde se encuentra el dinamismo y la búsqueda del
movimiento, y la excesiva ornamentación en las fachadas, puertas y ventanas,
así como el uso de columnas salomónicas y ofídicas.
CARACTERÍSTICAS
DE LA ESCULTURA
En
el barroco las esculturas evidencian la expresividad que el escultor quiere
plasmar en ellas, exponiendo emociones como tristeza, amor, alegría, o enojo,
de manera que quede patente la acción que realiza el personaje esculpido, ya
sea este personaje real o imaginario,
como las ninfas y seres mitológicos que se utilizaban durante ese periodo del
arte, así como las esculturas religiosas que fueron influidas por la corriente
barroca.
CARACTERÍSTICAS
DE LA PINTURA
La
pintura sobresalió por los efectos luminosos, como contrastes de luz y sombras,
llegando a los extremos de pinturas llenas de luz, y obras en donde se
resaltaba el claro-obscuro llegando al límite opuesto, al cual se le denominó
tenebrismo. Otro aspecto de la pintura
barroca, es el dinamismo en los personajes, a los que se les daba una expresión
de movimiento, en donde se captaba el instante dramático, captando expresiones
como alegría, tristeza o euforia.
La
pintura barroca también se destacó, por un realismo al que se le denomina como
naturalismo, pudiendo llegar al feísmo, en algunas obras, como en las pinturas
de Goya.
CARACTERÍSTICAS
DE LA DANZA
Una
de las cualidades de la danza en el barroco, es que poco a poco la danza fue
adquiriendo una reglamentación, diferenciándose de las danzas medievales y
renacentistas, en las cuales perduraba un cierto desorden en los movimientos.
Fueron surgiendo varias danzas distintivas de este periodo como el Minué, el
Ballet, la Allemanda, (Alemanda), el Courante, el Bourrée, la Chacona, la
Zarabanda, la Tarantela y la Giga.
CARACTERÍSTICAS
LITERARIAS
El
Barroco trajo consigo una renovación de técnicas y de estilos. En Europa, y
sobre todo en España, la Contrarreforma influyó en gran medida sobre este
movimiento; las expresiones italianas que llegaban desde el Renacimiento se
asimilaron pero al mismo tiempo se españolizaron y las técnicas y estilos se
adaptaron aún más a la tradición española.
Los
poetas barrocos del siglo XVII, siguieron mezclando estrofas tradicionales con
las nuevas, así cultivaron el terceto, el cuarteto, el soneto y la redondilla.
Se sirvieron de copiosas figuras retóricas de todo tipo, buscando una
disposición formal recargada. No supuso una ruptura con el clasicismo
renacentista, sino que se intensificaron sus recursos estilísticos en busca de
una complejidad ornamental y de la exageración de los recursos dirigidos a los
sentidos, hasta llegar a un enquistamiento de lo formal. También se
intensificaron los tópicos que ya venían dándose en el Renacimiento, pero en
especial los más negativos: fugacidad de la vida, rapidez con que el tiempo
huye, desaparición de los goces, complejidad del mundo que rodea al hombre.
GRANDES
ARTISTAS DEL BARROCO
Este
período artístico ha sido testigo de grandes genios del arte.
Entre
los pintores se destacan, Diego de Velázquez y Francisco de Zurbarán. En la
literatura, encontramos verdaderos genios como Miguel de Cervantes, Luis de
Góngora, Francisco de Quevedo, Lope de Vega, Turso de Molina y Calderón de la
Barca.
La
arquitectura tuvo como su mayor exponente a Gian Lorenzo Bernini, creador de la
forma oval de la plaza de San Pedro, quien además fue un exquisito escultor,
autor de la magnífica “Fuente del Tritone” y de la conmovedora obra “El éxtasis
de Santa Teresa”. En la pintura Rembrandt, Rubens, Caravaggio, Van Dyck y el ya
mencionado Velázquez.
En
cuanto a los puntos técnicos, surge la aparición del claroscuro, un recurso que
resaltaba el detalle que tomaría protagonismo en el cuadro mediante el juego de
luces y sombras. Los principales embajadores del arte barroco fueron personajes
como Caravaggio, Veermer, Rembrandt, Velázquez, Pacheco Rubens y Murillo, entre
muchísimos otros que se manifestaron durante este período.
LA LITERATURA DEL BARROCO
En
cuanto a la literatura, surgió la sátira, el culteranismo, el clasicismo y el
conceptismo, hablando principalmente sobre la vanidad, la vida humana y la
crítica. Sus principales representantes fueron Don Luis de Góngora y Francisco
de Quevedo, autor del famoso soneto satírico “A una nariz”, en la cual el autor
hace referencia a su deforme nariz de una forma ridícula y divertida.
CARACTERÍSTICAS
DE LA LITERATURA BARROCA
La
literatura floreció durante la época del Barroco, especialmente en España,
donde se concentró una cantidad tal de escritores, dramaturgos y poetas de gran
calidad, bajo el mecenazgo tanto de la Monarquía como de distintos miembros de
las grandes casas nobiliarias, que el siglo XVII recibió el nombre del “Siglo
de Oro” de las letras españolas.
La
literatura barroca es enormemente compleja y en los escritos de esta época se
trataron una enorme cantidad de temas, discutiéndose desde temas tan complejos
como la inevitabilidad del destino marcado por las estrellas y trazado por
Dios, presente en obras como La vida es sueño, de Calderón de la Barca, hasta
premisas relacionadas con el sentimiento amoroso y la lucha constante entre el
individuo y la sociedad, como se puede ver en algunas obras de Lope de la Vega
como El perro del hortelano. El pesimismo, la futilidad de la vida humana, el
desengaño vital, la sátira, la crítica política e incluso la sátira mordaz (de
la cual Quevedo es su mejor representante) se convierten en temas comunes en
este periodo en el que las constantes guerras, las hambrunas y los problemas
políticos sumen en la desesperación a la sociedad, aunque los temas universales
como el amor, la religión, la venganza, el deseo constante de alcanzar la
felicidad y el honor siguen siendo fundamentales.
En
el periodo barroco triunfa el teatro por encima del resto de los géneros,
surgiendo figuras tan importantes como Calderón de la Barca y Lope de Vega. El
éxito que tenía el teatro entre todas las capas de la sociedad durante la edad
Moderna y las posibilidades expresivas y argumentales que proporcionaba a sus
creadores le convirtieron en el arte más importante de este periodo. Existían
muchas variantes del estilo teatral con sus propias variantes, como el teatro
cortesano o el religioso, pero fue la Comedia Nueva, instaurada por el gran
Lope de Vega, la que triunfó en esta época. Esta fórmula acababa con las
restricciones que hasta entonces habían impuesto al teatro las formas clásicas
impuestas en la época renacentista a imagen y semejanza de las obras clásicas
de Grecia y Roma, y permitía mezclar elementos trágicos y cómicos, romper con
la famosa regla de las tres unidades aristotélicas (unidad de lugar, tiempo y
acción) y se dividían las obras en tres actos principales, realizando la
presentación, el nudo y el desenlace de la trama en concordancia con cada uno
de ellos.
Los
temas de la comedia nueva eran muy variados, aunque los amorosos, históricos y
filosóficos se convirtieron en los más habituales. Como no podía ser de otra
manera, el creador de la Comedia Nueva, Lope, fue su máximo representante, con
obras como La dama boba o El perro del Hortelano. Sin embargo, pese al auge de
la comedia, las tragedias y los dramas continuaron teniendo un gran éxito y se
consideraba que tenían una categoría mayor a la de la comedia, al considerarse
mucho más compleja y artística que esta última. En la tragedia y el drama, la
defensa del honor, la lucha por la libertad personal, la filosofía, la religión
y el desengaño amoroso fueron los temas principales, creándose obras tan
inmortales como Fuenteovejuna, El gran teatro del mundo o La vida es sueño, por
citar solo unas pocas.
Sin
embargo, también es cierto que la novela avanzó en popularidad. Habiendo
surgido como tal durante la época renacentista, en el periodo barroco gana
adeptos especialmente con el surgimiento de la literatura picaresca, que se
considera que tiene al famoso Lazarillo de Tormes como precursor. Este tipo de
literatura está protagonizada por personajes que se han venido considerando
como una suerte de antihéroes que, ante unas circunstancias adversas, hacen
todo lo que pueden por sobrevivir y mejorar su situación sin importarles que
tengan que engañar o perjudicar a otras personas, generalmente de una catadura
moral tan baja como la suya. Aunque generalmente se ha determinado que estas
obras tenían muchas veces una intención moralizante, la verdad es que pintaban
una imagen realista de una sociedad en plena decadencia donde sobrevivir era
terriblemente difícil, especialmente entre los estamentos más bajos de la
misma. En este ámbito, destacan el popular Guzmán de Alfarache, de Mateo Alemán,
La vida del Buscón llamado don Pablos, de Francisco de Quevedo o Las Harpías de
Madrid, de Alonso Castillo.
Por
último, la poesía continuó siendo considerada como el principal arte literario.
Fue precisamente en el ámbito de la poesía en el que destacaron las tendencias
del culteranismo y el conceptismo, aunque ambas tendencias también se dieron en
otros estilos literarios a menor escala. Vistas generalmente como opuestas
(consideración a la que ha contribuido en gran medida las legendarias batallas
dialécticas en las que se enzarzaron defensores de una u otra tendencia), ambas
son, en realidad, complementarias, en el sentido de que ambas tendencias buscan
reflejar un determinado pensamiento de forma original y rompiendo el equilibrio
renacentista que promulgaba la necesidad de una concordancia entre forma y
contenido. De esta forma, presentan una mayor libertad, aunque eligen hacerlo
de formas distintas.
Por
una parte estaba el conceptismo, que tuvo en Quevedo su mayor representante,
basa el desarrollo del texto en los conceptos, utilizando un lenguaje lleno de
contenido, creando dobles sentidos, asociaciones de palabras, equívocos,
hipérboles y paradojas que les ayudan a realizar creaciones de gran riqueza y
significado. Por su parte, el culteranismo, donde destacó Góngora, daba una
mayor importancia a la belleza formal, creando textos de gran belleza externa
que, sin embargo, solían carecer de la profundidad de los creados por los
conceptistas. Al ser la forma tan importante para ellos, solían utilizar un vocabulario
extremadamente culto, usando frecuentemente latinismos, intrincadas metáforas y
referencias a grandes autores del pasado que hacían que sus textos fueran
extremadamente complicados y muy ricos en matices. Algunos de los poemas más
importantes de este periodo, por citar solo algunos, son la famosa Fábula de
Polifemo y Galatea, de Góngora o los famosos poemas de amor de Quevedo.
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